martes, 26 de junio de 2012

Ella quería un pelo largo

Ella quería un pelo largo. Soñaba con una melena deslizándose por su espalda, seductora, como se veía en las películas; oscura, con ondas. Ansiaba mirarlo a través de los bucles madera y parpadear, que con tan sólo un movimiento de cabeza una cascada de rizos indomables se suicidara suavemente por su hombro hasta su cintura. Deseaba que él apartase con dulzura y deseo los cabellos de su cuello para besarlo, que se enredaran entre ambos bajo las sábanas, que la persiguieran en el agua. Ella quería un pelo largo. 

Pero ella no tenía un pelo largo. Millones de ricitos se amoldaban alrededor de su rostro y caían no más allá de su barbilla, formando una especie de dulce almohada alrededor de su cabeza. Más semejante a las lanas de una oveja que a la melena seductora tan ansiada por ella. Y él jugaba con esos rizos embelesado; podía pasarse horas acariciando su cabecita, perdiendo sus dedos en aquellos pequeños bucles. Y sí, el cabello corto le favorece, mucho más que la melena. Es más ella

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