lunes, 18 de junio de 2012

Amor

Últimamente no hago más que hablar de lo mismo. Pero se me hace extraño tener, por fin, después de tantos años imaginando más que sabiendo, un rostro que ponerle a tantos sentimientos, un fin a tantas emociones. Se me hace extraño añorar entre mis sábanas a alguien con quien sólo he compartido la noche algunas veces; si bien, las veces en las que ha sido la cama sean innumerables. Se me hace extraño añorar un rostro que, en ocasiones, soy incapaz de recordar con exactitud, y la mayoría de las veces recuerdo hasta el menor detalle; que el día que no te vea se me haga eterno, y no deje de pensar que debería haberme escapado aunque fuera cinco minutos para dedicarte algo de mi tiempo. Se me hace extraño rememorar un olor que no es el mío, pero que me envuelve cual si lo fuera, trayéndome recuerdos de horas pasadas y días que están por venir; que el día que no lleve tu anillo colgado al cuello sienta como si me faltara algo. Se me hace extraño sentir esa necesidad ansiosa por tomar esa dichosa carta todas las noches y releer, una y otra vez, esas líneas vertidas de sentimientos que me harán llorar, noche sí y noche también, de pura felicidad. 

Se me hacen extrañas tantas cosas que soy completamente incapaz de enumerarlas aquí, en apenas unas líneas, con las palabras de esta lengua me confiere. 

Porque te quiero, y con esto basta. Y de alguna forma extraña, estoy anclada a ti. A tu mirar, a tu forma de tratarme, a tu forma de quererme; a tus manos, tus labios, tu cuerpo y tus ojos; tu sonrisa, tu voz, tus pestañas y tus lunares, tu perfume y tu sueño. Estoy anclada a ti, y tú también a mí. De alguna forma extraña, ambos estamos atados, con ese lazo extraño que se llama amor. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario