Tres que parecen veinte, un millón, un siglo, o quizá, simplemente, nada. El tiempo pasa y apenas me doy cuenta, y en tres meses me siento como si apenas hubiesemos pasado de aquel día de enero. Y es que aún sigo temblando irremediablemente si te miro el tiempo suficiente, con apenas rozarme. Cuantos testigos tengo de que eso es cierto, pierdo la cuenta: tus manos, tus labios, mis abrigos y las sábanas, y más que se pierden entre mis recuerdos.
Tres que parecen toda una vida. Y aún soy incapaz de creérmelo. A saber lo que nos queda por delante, todavía.
Porque, aunque me parezca una eternidad, tres meses es muy poco tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario