Hoy me he acordado de ti. Quizá porque soñase contigo los ínfimos instantes en los que cerré los ojos y pude entregarme a brazos de Morfeo, o quizá porque realmente no desaparezcas de mi mente ni un instante.
Hoy el día amaneció con lluvia. No fuerte, leve, suave, sutil, como a las que estamos acostumbrados, pero lo suficiente para dejar impregnado en el aire ese olor a humedad que me apasiona. Amaneció con lluvia, como aquella tarde. Tú y yo, viendo llover. Y después, toques de locura, necesitar salir, mojarnos, disfrutar un poco.
Ahora que lo pienso, creo que fue en ese preciso instante cuando me di cuenta. No mi conciencia, sino yo: mi cuerpo, mi alma, lo que soy, toda yo. En ese momento supe que eras tú.
Ahora, del sólo recuerdo, toda yo me estremezco.
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