Acérquense, señores; quiero confiarles un secreto.
¡Oh, yo! ¡Oh, vida! Todas estas cuestiones
que me asaltan
Estos cortejos sin fin de incrédulos
Estas ciudades pobladas por idiotas
¿Qué hay de bueno en todo esto, oh, yo, oh, vida?
Respuesta
que tú estás aquí -que la vida existe, y la identidad,
que el prodigioso espectáculo sigue,
y que, quizá, tú contribuyes a él con tu rima.
Díganme, señores. ¿Cuál será su rima?
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